Economía feminista para transitar hacia otro modelo de sociedad

Inicio una nueva colaboración, esta vez con la revista LaPenúltima, que en su segundo número incluye una sección de economía feminista con este artículo mío y una entrevista a Mercedes d’Alessadro.

Economía feminista para transitar hacia otro modelo de sociedad

nube-palabras-para-economía-feministaHay una deuda histórica que este sistema acumula con más de la mitad de la población. Las mujeres del norte y del sur global, en cualquiera de las fases del ciclo vital, se han visto relegadas a ser un mero instrumento para satisfacer las necesidades de reproducción social y del propio proceso de acumulación capitalista.

Ha sido desde el feminismo, como teoría crítica, que hemos podido ir desvelando cómo funcionan las dinámicas binarias de inclusión-exclusión. Gran parte de las teorías sociales, políticas y económicas, incluidas muchas de las auto-proclamadas como ‘neutrales’ y con vocación ‘universalista’, siguen proyectando una visión androcéntrica que privilegia los rasgos de masculinidad -patriarcal- reproduciendo una determinada jerarquía de género que excluye a las mujeres de la consideración de sujetos jurídicos en condiciones en igualdad en la vida política, económica y social. El elemento más significativo para evidenciarlo es el abordaje que se realiza en torno a los cuidados, como conjunto de actividades que contribuyen al sostenimiento de la vida; al practicar una mirada feminista a la economía, los cuidados emergen como una necesidad social.

Toda sociedad ofrece y requiere de cuidados. La forma en que se organice para dar respuesta a las necesidades humanas determina los valores en los que se asienta. Cuando el sistema de organización socioeconómica no aborda de manera explícita cómo se van a atender las necesidades de cuidados hay que plantearse quién se espera que se encargue de satisfacerlas, porque ni hay “mano invisible”, ni varitas mágicas. De hecho, es la inercia del orden de género lo que entra en funcionamiento cuando la expectativa es que las necesidades de cuidados se resuelvan por sí solas en el ámbito familiar.

De ahí que la economía feminista invite a repensarlo todo, a través de un proyecto ético para la transformación social, por el que nos replanteemos qué producimos, en qué condiciones, a cambio de qué y sobre todo, qué necesitamos realmente para vivir, para el bien-vivir. El trasfondo es la necesidad de un cambio de paradigma y el enfoque de la sostenibilidad de la vida puede propiciarlo; de ahí que resulte imprescindible poner en cuestión la legitimidad de un proyecto de emancipación política que simule ofrecer alternativas de democratización sin asumir el reto de despatriarcalizar la sociedad. Necesitamos transitar hacia la justicia distributiva, en su múltiple dimensión social, de género y ecológica; y es imprescindible hacerlo avanzando en un doble movimiento tendente a la desnaturalización de los cuidados con la consecuente redistribución equitativa de los mismos y la desmercantilización de la vida, es decir, diluyendo la excesiva preeminencia de los mercados en los ciclos vitales de los seres humanos y los seres vivos.

La cuestión que requiere de atención es si estamos realmente en condiciones de volver a formular un pacto radicalmente democrático abandonando definitivamente la ficción patriarcal. Y, de ser así, imaginar una organización socioeconómica más allá del juego suma cero que representa el orden de género y el actual (des)orden neoliberal. Cómo haremos converger dicho cambio con el criterio de justicia redistributiva, sabiéndonos parte de las interdependencias de vida, articuladas desde la autonomía relacional y la ecodependencia.

Y todo ello deberíamos hacerlo desde el principio de equivalencia humana, como principio ético y político articulado desde la equifonía y la equipotencia para garantizar condiciones y oportunidades de igualdad. A ello responde la estrategia feminista por la ‘democracia paritaria’, un concepto que se relaciona con la equidad en la representación política de hombres y mujeres. incluyendo todas las diversidades existentes, y cuyo alcance va mucho más allá, asentando las bases de una nueva organización social, política y económica bajo la confluencia de reconocer, redistribuir y representar en equidad.

Pues bien, sostengo que para ir transitando hacia otro modelo de sociedad necesitamos un Plan para la justicia de género ya! y un programa económico feminista que nos incluya a todas, especialmente a quienes se ven atrapadas por los suelos pegajosos del capitalismo neoliberal.

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