El Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) presentó ayer, 13 de Junio, el primer Índice de Igualdad de Género para la Unión Europea. Este Índice de Igualdad de Género muestra las diferencias en las situaciones de mujeres y hombres en los Estados miembros de la UE y arroja un primer resultado demoledor para la UE, que se sitúa solo a medio camino de la igualdad de género (eso es lo que refleja la puntuación media de los 54 (donde 1 significa total desigualdad y 100 la futurible plena igualdad de género). La orientación de las políticas de austeridad impulsadas desde la troika comunitaria hacen preveer un empeoramiento de estos datos que s eofrecieron ayer.
El Índice de Igualdad de Género para la UE es una herramienta de medición única, basada en la evidencia de los datos; se pretende que sirva de apoyo a la formulación de políticas públicas, indicando las prioridades políticas y los cambios necesarios para acelerar el proceso de lograr una Europa con igualdad de género; y permitiendo a los Estados evaluar y comparar entre sí los progresos que han realizado en determinadas áreas relevante para la igualdad de género.
Las áreas críticas para la igualdad de género que mide el Índice de Igualdad de Género para la UE son: trabajo remunerado, dinero, conocimiento, tiempo, poder-decisión politica y salud. También se toma en consideración la interseccionalidad con la violencia de género como área crítica, aunque la inclusión de este área, es, de momento, una mera declaracion de intenciones; la ausencia de datos homogéneos desagregados no permite visualizar la situación respecto a las situaciones de violencia machista existente en la UE. Es precisamente esta carencia, la que aporta el mensaje más contundente del Índice: la falta de coherencia entre las declaración política de las instituciones de la UE , supuestamente comprometidas a hacer de la UE un territorio libre de violencia, pero que no aportan medios para hacer efectiva, ni siquiera, el diagnóstico de la situación a nivel europeo.
La mayor desigualdad de género en la UE se da en dos áreas: la del poder y toma de decisiones y la del uso del tiempo en al ámbito de los cuidados no remunerados.
Es evidente que la UE y los Estados miembros necesitan más mujeres en sus procesos de toma de decisiones. La mayor brecha de género está en la representación de mujeres y hombres en los consejos de administración de las empresas más grandes, (puntuación de 23.3) . Medidas tales como un sistema de cuotas podrían mejorar la situación, aunque con las resistencias que provoca este tipo de medidas, no es esperable que ocurra a corto plazo.
Otra de las desigualdades más resistentes es la existente en el uso del tiempo, sobre todo en la dedicación al cuidado, como parte del trabajo no remunerado, es algo que hace tiempo venimos denunciando y mostrando desde la economía feminista; es sabido que incide de manera negativa en el objetivo de empleo de la UE, penalizando el empleo de las mujeres. El Índice puntúa este área en un 38.8 muy por debajo del valor medio del Índice (54). La Unión Europea podría alcanzar más rápidamente el objetivo de empleo establecidos en la estrategia de empleo 2020 – al menos un 75% de tasa de empleo de la población de la UE 20 a 64 años – mediante la mejora de la igualdad de género en el ámbito del tiempo invertido en el cuidado no remunerado y las actividades domésticas.
Paralelamente a la creación de nuevas oportunidades de empleo, es fundamental mejorar los servicios de educación infantil, como se indicaba en los objetivos de Barcelona, e intensificar los esfuerzos para aumentar la participación de los padres en el cuidado de los niños. A este respecto, la propuesta de equiparación de los permisos por nacimiento tendrían un efecto multiplicador importante, sin embargo, esta posibilidad ni siquiera está contemplada en la agenda política de la UE, al menos de momento.
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