La ciudad de las mujeres

Por Cecilia Lavalle

¿Se imagina una ciudad gobernada exclusivamente por mujeres?, ¿un lugar en el que sólo las mujeres tengan voz y voto?, ¿un sitio en el que las mujeres manden y los hombres tengan que obedecer sin reparos? Pues en China se lo imaginaron y están a punto de empezar la construcción de esto que se llamará “La Ciudad de las Mujeres”.

La idea no fue de una feminista radical, ni de una mujer harta de vivir en la sumisión, ni de una política ansiosa de ocupar el poder. No. La idea proviene de un señor enamorado.
Se llama Li Jigang y la idea se le ocurrió mientras trataba de conquistar a su ahora esposa, a quien prometió obedecer toda la vida. Hoy el señor Li es el director de la Oficina de Turismo del distrito de Shuangqiao en la municipalidad de Chongqing, en el centro de China, y su proyecto recién fue aprobado por el gobierno.

De acuerdo con la información de varias agencias noticiosas, La Ciudad de las Mujeres se construirá en un área de poco más de dos kilómetros cuadrados alrededor del lago Longshui. Tendrá un estilo arquitectónico antiguo y a la entrada habrá un cartel en el que se leerá: “Las mujeres siempre tienen la razón y los hombres nunca deberían rechazar sus peticiones”.
Ese letrero es el anticipo de lo que, según su creador, sucederá ahí. Los varones tendrán que obedecer sin discusión lo que ordenen sus madres, hermanas, esposas o novias, so riesgo de ser multados por la administración local que estará a cargo, por supuesto, de mujeres.

Las mujeres de esta ciudad no sólo ocuparán todos los cargos directivos, sino que serán las responsables de todos los asuntos familiares y tomarán todas las decisiones, incluido el otorgar o no permisos para que sus parejas salgan de compras.
No es todo. En esta ciudad, Li aseguró que las mujeres pasearán por sus calles y disfrutarán de la ciudad, mientras que los varones sólo podrán hacerlo para satisfacer a sus parejas. Aquí, dijo Li, las mujeres podrán “discriminar” y “castigar” a los varones cuando éstos no acaten su voluntad.

Y no sé a usted, pero a mí me parece una idea grotesca.
Li sostiene que con este proyecto pretende reforzar ante la sociedad los derechos de las mujeres; pero lo que hace es reforzar lo que muchísimas mujeres y hombres combatimos en todo el mundo: la idea de que una persona por mandato cultural es superior a otra persona.

Esas son las bases de cualquier tipo de discriminación. Esos son los cimientos en los que se basa la idea de que un hombre blanco es superior a uno negro; o la idea de que un heterosexual es superior a un homosexual; o la idea de que un católico es superior a un musulmán; o la idea de que un mestizo es superior a un indígena; o la idea de que un rico es superior a un pobre; o la idea de que un hombre es superior a una mujer.

La ley del embudo, donde a algunas personas les toca la parte ancha y a otras la delgada es profundamente injusta y está totalmente alejada del concepto de equidad. Conservar el embudo y sólo invertirlo para que los beneficiarios de antes sean los perjudicados de ahora no modifica nada, no cambia nada, no ayuda en nada.

La idea de Li es una sociedad absolutamente machista y misógina pero a la inversa. ¿Qué se gana en una sociedad donde los sumisos sean los varones? ¿Qué se gana en una ciudad donde los varones no tengan ni siquiera libertad para caminar por sus calles sin el permiso expreso de sus mujeres? ¿Que se gana en un lugar en donde los varones carezcan de iniciativa porque sólo deben obedecer? ¿Qué se gana en un sitio en donde la voz de los varones no cuente? ¿Qué se gana en un espacio en donde los varones se limiten a callar y seguir indicaciones?
Nada. Como no se ha ganado nada en los países, las ciudades o los sitios donde las mujeres no tienen más opción que callar y obedecer, como no se ha ganado nada donde las mujeres no tienen libertad para expresar sus ideas públicamente; como no se ha ganado nada donde las mujeres no pueden caminar por la calle sin la compañía de un varón; como no se ha ganado nada donde las mujeres no tienen voz ni voto; como no se ha ganado nada donde, en fin, las mujeres valen menos que los hombres por el simple hecho de ser mujeres.

¿De que va a servir entonces invertir el embudo? ¿De qué va a servir un sitio en el que los hombres valgan menos que las mujeres por el simple hecho de ser hombres?
De nada. No va a servir de nada. Al menos en lo que a la lucha por la equidad se refiere. A lo mejor al señor Li le reporta ganancias. Finalmente él está decidiendo todo lo que deberá tener una ciudad “de las mujeres”. A lo mejor a la municipalidad de Chongqing le reporta divisas por concepto de turismo.
Del resto nadie gana. Ni las mujeres chinas, ni los hombres chinos, ni quienes decidan vivir en esa sociedad discriminatoria e intolerante. En sociedades así todos y todas pierden. Eso lo sabemos bien las mujeres.

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