Ojo con las trampas de cómo se orientan los cuidados

Hoy publico este artículo en el periódico Faro de Vigo: Ojo con las trampas de cómo se orientan los cuidados

 

Las mujeres siguen especializadas en los trabajos de cuidados, lo que condiciona su autonomía, inclusión y continuidad en el ámbito laboral y político, en condiciones de igualdad. Lejos de sorprendernos por la persistencia de esta realidad, deberíamos cuestionar abiertamente en qué medida las políticas públicas, con su giro neoliberal y austericida, están siendo cómplices de la división sexual del trabajo y de abocar a gran parte de mujeres a la precariedad laboral, monetaria y de tiempos de vida.

Las necesidades de cuidado no se resuelven por sí solas, y no, no existen «manos invisibles» que las atiendan ni varitas mágicas con las que se puedan resolver, ni las que precisamos todas las personas en nuestros ciclos vitales, ni mucho menos las de quienes requieren de una mayor intensidad de atención, ya sean adultas dependientes o menores. Atender las necesidades de las personas requiere de la asignación de recursos facilitadores para que puedan ser provistas de manera suficiente. Así pues, cuando en la agenda política y económica no se aborda de manera explícita cómo se van a organizar socialmente la provisión de estos trabajos, cabe preguntarse quién se espera que los realice y a cambio de qué, porque alguien tendrá que dedicarle tiempo, capacidad y energía.

De las 33.200 personas que el año pasado abandonaron el mercado laboral gallego, 30.600 eran mujeres; la falta de servicios públicos y de recursos destinados a atender las necesidades de cuidados les ha empujado al proceso de exclusión de sus derechos económicos, asumiendo un coste de oportunidad excesivo para sus propios procesos de emancipación y autonomía vital.

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