Economía política y feminista (I): Precursoras

CC_LDirectaLa pandemia ha impactado sobre un mundo desigual ya afectado por las crisis ecológica, económica y de cuidados y sus efectos derivados explican, en parte, que el análisis sobre la desigualdad irrumpa en la agenda política con una urgencia aparente; lo hace revestido de enfoques multidisciplinares frente a la visión clásica de la economía y su análisis sesgado hacia el estudio de lo mercantil y monetizado que dejaba la contribución de las mujeres al margen del progreso económico social. La economía política se abre paso a través de las corrientes heterodoxas, más allá de las tribunas académicas y con voces potentes de mujeres que recuperan el valor de la divulgación, la crítica económica y el activismo social. Son muchas a citar, no obstante, con una breve y distinguida selección se muestra el amplio abanico que conforma la alternancia económica. Katrine Marçal y su lúcida crítica al orden patriarcal de una economía diseñada por hombres ha conseguido trascender el propio ámbito de la literatura económica; Mariana Mazzucato y su extraordinario fundamentación del valor de lo público, de su responsabilidad en el crecimiento económico y en una mejor y mayor redistribución; Rafaela Pimentel dirige la atención hacia las mujeres que, haciendo trabajos invisibles y poco valorados, sostienen la sociedad, trabajos y tareas evidenciadas durante la crisis sanitaria como esenciales para la vida. Ellas son tres de las protagonistas actuales que refuerzan desde sus respectivos contextos las aportaciones que se suman a la crítica feminista de Lourdes Benería, Julie Nelson, Marilyn Waring, Cristina Carrasco, Amaya Pérez, María Pazos, Mª Ángeles Durán, Corina Rodríguez, Naomi Klein o Lina Gálvez, entre otras, fuera de los circuitos economicistasEl trasfondo de esta proyección es la aceptación del discurso de la igualdad de mujeres y hombres como un valor prioritario para la profundización democrática; mientras, en paralelo, coexisten dinámicas transformadoras con otras que pretenden ningunear el hecho de ser mujer negando las realidades históricas que han cimentado la desigualdad estructural a través del sistema sexo-género.

Entre las declaraciones de intenciones y el pragmatismo en el abordaje de la desigualdad convendría hacer memoria del recorrido de aportaciones y vindicaciones de buena parte de las que hoy reconocemos como precursoras en la defensa activa de los derechos de las mujeres y a la divulgación económica. Jane Marcet fue una de ellas, pionera en la divulgación de la economía (y la química) consiguió mostrar cómo la economía estaba conectada directamente con la mejora de las condiciones de vida y por ello también con la felicidad y el progreso de la sociedad. Lo hizo usando un estilo conversacional en sus publicaciones, a través de diálogos entre una profesora y una o dos alumnas sobre cuestiones como la condición de la pobreza, los salarios, la población, el beneficio y su reinversión, la propiedad de la tierra, el cultivo de la misma, el dinero, el comercio exterior, el gasto público, las bases de la organización capitalista, la teoría del valor y la división del trabajo, en una serie de revisiones mejoradas de ideas de algunos de los economistas clásicos de mayor influencia. El estilo conversacional también fue característico de Harriet Martineu para la divulgación de los principios de economía política, particularmente sobre producción, comercio, intercambio y distribución de la riqueza; así lo hizo en las 25 novelas que conforman su colección de Ilustraciones de economía política, con la que consiguió popularizar los principios y fundamentos de la economía clásica entre una población no especializada, incorporando también algunos matices singulares sobre los que hoy asentamos nuevas bases teóricas, como la necesidad de establecer límites al crecimiento económico y que los mismos se deriven de la propia inteligencia humana. Harriet Taylor Mill fue otra de las precursoras y activistas contra el supuesto orden natural de la subordinación económica y social de las mujeres implícita en los fundamentos económicos, defensora de los derechos de las mujeres al acceso a la educación, a la igualdad de derechos, a la autonomía y autosuficiencia económica ejerció gran influencia en el pensamiento de Stuart Mill, segundo marido de la feminista y activo defensor de los derechos económicos de las mujeres que denunció los privilegios masculinos respecto a éstas en el matrimonio, del que se derivaban las restricciones al empleo de las mujeres, como forma de mantenerlas en situación de dependencia económica de sus respectivos esposos. Millicent Garret Fawcett también tuvo una importante contribución al trabajo de su marido Henry Fawcett y escribió gran parte de la colección de ensayos y obras más significativas, entre ellas, una recopilación de cuentos ilustrativos sobre economía y el ensayo sobre la posición de las mujeres en la vida económica, denunciando las barreras y obstáculos que frenaban el acceso de las mujeres al mercado laboral; a partir de 1884 se dedicó plenamente al movimiento sufragista británico, liderando la National Union of Women’s Suffrage Society.

La vindicación de igualdad económica y social sigue plenamente vigente en el contexto actual en el que el diálogo y estilo conversacional acompaña la identificación de retos feministas de la economía, nuevas alianzas y el aprendizaje desde otras miradas posibles que nos interpelen directamente en base a la ética y justicia distributiva.

[Artículo escrito y publicado originalmente en Catalán, en Directa.cat]

Deja una respuesta