Las violencias del rearme patriarcal

«Es justicia y no caridad lo que necesita el mundo»

(Mary Wollstonecraft)

Qué hay tras la mercantilización de los cuerpos y procesos biológicos; la respuesta a esta pregunta condensa uno de los disensos en el movimiento feminista de mayor relevancia.

 
manifestacion-25n-violencia-machista Mercantilizar se refiere a la acción de convertir algo en transable, asignándole un valor de cambio que facilite la obtención de plusvalía y acumulación de ganancias; pues bien, lo que aparentemente nos mantiene ocupadas es el debate histórico de a quién beneficia dicha mercantilización y qué alcance tiene. El abanico de posibles respuestas va desde posiciones proclives a valorar el supuesto empoderamiento a quien utiliza su cuerpo, sus funcionalidades y procesos biológicos a otras posiciones que apuntan al rearme patriarcal y neoliberal que lo sustenta. Se trata de una simple pregunta con múltiples matices; cuando se focaliza en la prostitución y vientres de alquiler el trasfondo simbólico alcanza de lleno a la inmersión en el estatus de ciudadanía de mercado, como objetos de consumo, insistiendo en la creencia patriarcal de que las mujeres se incluyen también entre los bienes y objetos intercambiables en una sociedad, para uso, disfrute y satisfacción de las necesidades y deseos de otras personas, pero también como sujetos de consumo, en una sociedad en la que todo, la vida misma, puede ser mercantilizada. Hay algunas transacciones de partes y órganos del cuerpo humano que sí generan un amplio rechazo social, es el caso de la acumulación capitalista por el mercadeo de riñones, córneas, etc. una práctica extendida sobre las capas sociales más empobrecidas. Sin embargo, cuando son mujeres pobres quienes alquilan sus cuerpos, ya sea para gestar para otros o para otros fines de uso del cuerpo y sexualidad como medio de producción, incluyendo la prestación de servicios sexuales, paradójicamente se pretende transmitir una relativa tolerancia social considerando que forma parte de su libre decisión. La explicación a esta particular divergencia, por la que una misma práctica es valorada a través de diferentes criterios, es su encaje en lo que Carole Pateman llama derecho patriarcal: “el ejemplo más dramático del aspecto público del derecho patriarcal es la demanda de los varones de que los cuerpos de las mujeres se vendan como mercancías en el mercado capitalista.”

Así pues, una de las cuestiones relevantes a tomar en consideración es el análisis de las condiciones materiales en las que se desarrolla la vida ya que según cuales sean se posibilitarán o no espacios de libertad o de decisiones condicionadas a las restricciones materiales; en cierto sentido, cuanto peores son las condiciones de vida, mayor será la necesidad de activar estrategias y mecanismos de supervivencia.

Es importante señalar que, para una mayoría social, la precariedad laboral, monetaria y de tiempos se ha instalado en nuestra cotidianidad y lo ha hecho fuertemente atravesada por la desigualdad de género y directamente relacionadas con el empobrecimiento de las mujeres y con su acceso desigual al poder y los recursos. Género, clase, origen o procedencia e identidades o expresión de género son algunas de las realidades que interseccionan reduciendo considerablemente las posibilidades de disponer de ámbitos de libertad y autonomía relacional, incluso en un contexto relativamente privilegiado del mundo global en el que también ha ocurrido que el sostén realizado desde la esfera invisibilizada de la economía ha sido crucial.

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