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Conversaciones sobre Economía Feminista, del TransEuropa2017 a Píkara

por | 6 Ene 2018 | Economía Feminista, Feminismo, Otro modelo de sociedad

Entrevista-Pikara-2018Durante el festival de TransEuropa 2017 tuve oportunidad de charlar un rato con Alberto G. Palomo, Martina Deren y Julio Albarrán;  de estas conversaciones sobre economía feminista, despatriarcalización de la política y otro modelo de sociedad, salieron dos entrevistas publicadas conjuntamente en Píkara Magazine, la de Alberto G. Palomo que incluye el video de la entrevista con Martina Deren (Irene) y Julio Albarrán. Ha sido un regalazo total! Justo ayer, que se inició el decimosexto año en la red de  singenerodedudas.com  🙂  me ha gustado poder recordar estas conversaciones sobre economía feminista, publicadas en Píkara.

Lo dicho, un regalazo!

Aquí un avance de la entrevista de Alberto G. Palomo, que podéis leer íntegra en Píkara Magazin

“Hay una inercia heteronormativa que perpetúa la desigualdad”

Entre sus palabras más habituales están ‘autocuidado’, ‘tiempo’ y ‘trabajo’. Carmen Castro García ofrece en su discurso una crítica feroz al sistema que nos envuelve, enfocándola desde la desigualdad por sexos en el mundo laboral. La doctora en Economía y especialista en Políticas Europeas de Género cree que el patriarcado reinante se extiende desde lo doméstico hasta lo ‘macro’, como gusta llamar a esas “dinámicas transversales que parecen inalcanzables” pero afectan en el día a día. Todo se contamina de inequidad. Empezando por las tareas íntimas y acabando por el puesto de trabajo. ¿La culpa? Un sistema capitalista y ‘heteronormativo’ que aún mantiene la discriminación femenina, pero también el injusto reparto del ocio y las horas laborales.

Algunas de sus ideas las expuso durante su participación en el Festival TransEuropa de Madrid. En un taller donde un grupo de unas 20 personas discutió sobre diferentes aspectos en los que la brecha por una razón de género aún es profunda. Desde la vestimenta hasta la cota de altos cargos en empresas, el abanico de conductas donde se remarca la desigualdad no se cierra en ningún espacio vital. “Lo más exacto es decir que hay una inercia patriarcal que incluye la cuestión de la ‘heteronormatividad’ y la ley de sistema de ordenación: hombre blanco, occidental… hasta llegar a la mujer negra”, matiza la autora del libro Políticas para la igualdad, publicado por la editorial Catarata.

Sus tesis, aparte de plasmarlas en la web Singénerodedudas.org, se desperdigan entre artículos de prensa, conferencias o trabajos de consultoría internacional. Y además, coordina el Consejo Científico del movimiento ATTAC. En cada punto que analiza introduce una de las  marcas personales más claras: las de ponerlos bajo un marco laboral. “El reparto del trabajo representa, hoy por hoy, una alternativa necesaria para la redistribución de los recursos y la riqueza desde otro paradigma, basado en la equidad de género y la solidaridad intergeneracional”, dice en uno de sus textos.

Ahora, incidiendo en ese aspecto, Castro apunta que la desigualdad se ve tan clara en el trabajo que solo hace falta mirar las estadísticas. Existe una acusada brecha salarial (según Eurostat, las mujeres ganan de media en Europa un 16,3 por ciento menos por hora), pero también la “consideración social” que tienen los diferentes puestos de trabajo. “Aquellos que están más fuertemente feminizados o donde hay mayor participación de mujeres tienen una menor valoración económica y una menor significación social. Aquellos que están más fuertemente masculinizados son más fuertes”, indica la también responsable de la asesoría online Lo Personal Es Político.

“Es importante ver cómo distribuimos los grupos. Hay comportamientos que se repiten. Es más frecuente que la cuestión de la organización, la logística y la atención tenga mayor presencia femenina, que encaja con el rol comunitario y es la tendencia. Habría que fijarse en que las primeras opiniones de las reuniones siempre son masculinas. No es una cuestión de estigmatización sino de aprendizaje social”, enumera. “La toma de decisiones es donde más se ve la hegemonía masculina. Primero por cómo gestionamos los tiempos. Después, porque los criterios de la toma de decisiones no están marcados. El que asume esas funciones de liderazgo se formaliza principalmente en un hombre. Cuando lo hace una mujer no es que sea incómodo sino que no es tan nítido. Cuando una mujer toma la iniciativa no suele ser exclusiva y única, suele ser compartida”.