El ‘me too’ del fútbol femenino español se hizo explícito con un sonoro #SeAcabó. Las campeonas del mundo del fútbol femenino se plantaron ante el abuso de poder, el machismo y el tratamiento vejatorio que han estado padeciendo desde la Federación Española de Fútbol (RFEF), y denunciaron el comportamiento machista del presidente Luis Rubiales quien, de manera ostentosa cometió agresión sexual a una de las jugadoras, Jenni Hermoso, en el palco de autoridades. El beso no consentido a su subordinada Jenni Hermoso está grabado y lo vieron durante la retransmisión en directo cerca de 6 millones de personas en España y aún más en el extranjero, por lo que rápidamente fue portada en algunos de los principales medios internacionales. A pesar de ello, Rubiales intentó minimizar este acto – el beso que le dio a la jugadora sin su consentimiento- tregiversando lo ocurrido, poniendo en duda el relato dela jugadora, víctima de la agresión, en un alegato ante la asamblea extraordinaria de la RFEF en el que de agresor pretendió convertirse en agredido; su alegato, grabado y emitido en directo, fue un acto reaccionario de violencia machista y también la gota que provocó el estallido. #SeAcabó está siendo desde el pasado viernes el grito colectivo que traslada un poderoso mensaje: las mujeres dicen basta al abuso de poder de la masculinidad tóxica, a la violencia y agresiones sexuales naturalizadas por un sistema enfermizo, al ninguneo y menosprecio de la valía de las mujeres y a la impunidad de quienes siguen ejerciendo, por acción u omisión, actos de violencia contra las mujeres.
Las actuales campeonas del mundo de fútbol femenino se habían puesto en huelga indefinida en 2019 pidiendo mejoras laborales en sus contratos como futbolistas profesionales, entre ellas, un salario mínimo (de alrededor de 14.000 anuales), vacaciones pagadas, cobertura sanitaria en caso de lesiones prolongadas o ayudas a la maternidad, otras medidas de conciliación y un protocolo contra agresiones sexuales.
La RFEF dispone de un protocolo contra el sexismo en su página web en el que se establecen distintas conductas consideradas “situaciones, actitudes y comportamientos relacionados con la violencia sexual”. Entre ellas, se encuentran desde situaciones generales como hacer preguntas acerca de la vida sexual hasta comunicaciones verbales o no verbales de carácter sexual (comentarios despectivos, miradas, silbidos, etc.), pasando por contactos físicos no deseados, tocamientos, acercamientos excesivos e inadecuados, pellizcos y cachetes y también “atraer con un abrazo en el intento de besarles” y “besar a la fuerza”.
Por otra parte, la Ley del Deporte, en vigor desde el 1 de enero de 2023 considera “actos sexistas en el deporte” cualquier actuación en una competición que suponga “acoso, entendido por tal toda conducta no deseada” relacionada con el sexo u orientación sexual de una persona. Además, considera acoso cualquier acto que “tenga como objetivo o consecuencia atentar contra su dignidad y crear un entorno intimidatorio, humillante u ofensivo”.
Así pues, es más que evidente que la RFEF ha de tipificar como agresión el beso que Rubiales le dio a Hermoso sin su consentimiento.
El caso Rubiales ha dado la vuelta al mundo desde el pasado domingo 20 de agosto. La prensa extranjera y algunas de las deportistas más destacadas se han hecho eco de los gestos que el presidente de la Federación de Fútbol Española (RFEF) llevó a cabo en el palco de autoridades y en la entrega de trofeos a las jugadoras de la selección española de fútbol, ganadoras del Mundial 2023 de Australia y Nueva Zelanda, campeonas del mundo.Este #SeAcabó colectivo va más allá del deporte e interpela a toda la sociedad al convertir la reacción a una agresión individual en un problema político que apunta a la necesaria transformación social para desmontar el monopolio de poder masculino, subterfugio patriarcal, todavía existente, desde el que se percibe la plena disponibilidad y acceso al cuerpo de las mujeres cuando les venga en gana.