Ante las mentiras del patriarcado nosotras respondemos, y esto fue lo que hicimos el pasado 7 de mayo en Valencia, hacer de la calle nuestro espacio para la protesta ante la indignación que nos provoca el maltrato sistemático al que Susana Guerrero Guerrero y su hija Nayara de 10 años están siendo sometidas desde las instituciones jurídicas, concretamente desde el Juzgado de Instrucción nº 5 de Talavera de la Reina (Toledo).
Por Laura García Guardado
Os cuento su historia. Susana tenía solo 13 años cuando empezaron a escribirla por ella. Vivía o sobrevivía en uno de tantos centros en los que se crió cuando una pareja decide acogerla, sufriría los abusos sexuales y maltrato físico por parte de él durante 7 años. Se escapaba y siempre conseguían localizarla en todos aquellos centros en los que volvían a recluirla, dato que se pasa por alto y que habría que investigar quien o quienes facilitaban esta información confidencial que solo Trabajadoras/es Sociales y Juzgados deben conocer, la arrastraban de nuevo al infierno.
Estos abusos fueron probados y su agresor ingresó en prisión, cumpliendo solo la pena provisional al declarar Susana a su favor, quienes se han atrevido a juzgarla por su hacer, no se imaginan en que situación de vulnerabilidad y normalización de la violencia vive una mujer víctima de malos tratos, no se atrevan a juzgarlas, harían cualquier cosa, cualquier cosa para salvar su vida.
Fruto de esas violaciones nació Nayara, cuando su madre tenía 17 años. La niña contaba con solo dos añitos cuando Susana huyó con ella y esto enfadó mucho al monstruo, Barba Azul sale de su castillo. Denunciado por malos tratos ve rebajada su pena al admitir su delito y ahora la misma jueza que lo condenó, Ana Belén Gómez Dorado, lo apoya en su cruzada contra Susana, basando los argumentos de sus sentencias en un instrumento patriarcal que perpetua el maltrato hacia las mujeres y vulnera cruelmente los derechos de las niñas y los niños, el falso Síndrome de Alienación Parental.
Es en el 2012 cuando Susana decide poner mar de por medio e instalarse en Canarias, empieza la lucha legal por la custodia de Nayara, la madre por orden judicial tiene que encargarse de costear los viajes a la península de su hija para respetar así el régimen de visitas, comienza las sospechas de que algo sucede con la niña. Ese mismo año su pediatra activa el protocolo de actuación y denuncia los presuntos abusos ante Menores y el Juez de Guardia. Reitera su denuncia de nuevo en el 2014. Susana lo hace ante la Guardia Civil.
En solo 10 minutos valoran a Nayara dictaminando que sufre el inexistente síndrome, en 20 minutos diagnostican que su madre sufre trastorno mental. No le dejan presentar los más de cinco informes que acreditan lo sufrido por su hija, ni les son facilitadas las grabaciones de esas sesiones que tantas veces ha solicitado el abogado de Susana, Juan Ramón Peris. Y como golpe de gracia la atacan por su condición sexual, usándola como insulto, denigrándola como persona y como mujer.
Y falta el redoble de tambor, porque apareció finalmente la contradenuncia, una hidra de mil cabezas, consolidada como mala praxis y ya peligrosamente normalizada en el sistema, otorgando más poder e impunidad al agresor. Se le acusa de denunciar unos falsos malos tratos por parte de la pareja de este abusador, instándola a pagar 3000 euros en concepto de daños morales, pobres. Apunto a título personal, que tan culpable es quien tira la piedra como quien aplaude y le da otra.
Hoy se encuentra, imputada por un presunto delito de denuncia falsa por los abusos sexuales a su hija (interpuesta por la abuela de la niña y no por ella) y a la espera de que el próximo 7 de junio la Audiencia Provincial de Toledo ratifique la sentencia ignominiosa que desde el Juzgado de Talavera de la Reina recibió el pasado año 2015 en la que otorga la custodia a su maltatador y abusador , acusándola de no respetar el régimen de visitas ¿Qué otra cosa podía hacer sino proteger a su hija de todo aquello que vivió en primera persona, en su cuerpo?. Nayara vive escondida, su infancia está siendo borrada del mapa de su memoria, ¿hay justicia en ello?.
En las Observaciones finales sobre los informes periódicos séptimo y octavo combinados de España del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, se exhorta e insta ante la alarmante preocupación que han provocado el contenido y los datos de este último Informe Sombra 2008-2013 a los Gobiernos Autonómicos y al Central a que adopten las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de aquello a lo que con su firma se comprometió España en 1985, y que les obliga a la creación e implementación de políticas encaminadas a eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres.
Consuelo Barea Payueta, médica y psicotereapeuta, coautora junto a Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y laboral, del libro «El pretendido síndrome de alienación parental». Un instrumento que perpetúa el maltrato y la violencia, califica al SAP (Síndrome de Alienación Parental) como «basura científica» ya que está rechazada su existencia desde la comunidad médica y su inclusión en los Manuales de Diagnóstico de enfermedades mentales, el DSM- 5 i CIE-10.
Os dejo las palabras que escribí desde la indignación y que leí desde la fuerza de ser lo que somos, mujeres que movemos el mundo , en su debilidad está nuestra fuerza.
Manifiesto de apoyo a Susana Guerrero y a su hija Nayara en Valencia
«De nuevo todas reunidas, de nuevo todas apoyando a una madre que su único delito es el de querer y proteger a su hija. Nayara, una niña que merece un presente libre de todo aquello que la mantiene privada de sentir como una niña, de reír como una niña, de descubrir como una niña y que sin embargo a descubierto fantasmas al final del pasillo que no dejan de perseguirla.
El Patriarcado debe sustentar su poder en mentiras, mentiras que calan en una sociedad que aún hoy sigue poniendo en tela de juicio todas nuestras palabras todos nuestros sufrimientos, a nosotras, a quienes sin darse cuenta con su pasividad también están violentándonos .
Amparándose en un falso síndrome, alimentan el monstruo, se ponen de el lado del que maltrata y abusa, creándole una burbuja de impunidad desde la que cada vez se siente más poderoso, dando carta blanca a los abusos infantiles, un club privado de lo más espantoso.
A nosotras nos piden pruebas de todo lo sufrido, ¿Por qué no nos miran a la cara? Todo lo que buscan lo encontraran en ella, ¿Por qué no miran nuestras espaldas? Todo lo que soportamos hace curva en ellas. ¿Y a ellos, maltratadores, abusadores, machistas, por que no les piden nada? ¿Por qué todo de lo que nos acusan es palabra de ley? Por la lógica Patriarcal en la que se sustentan y de la que se alimentan las leyes que fueron redactadas por quienes visten de negro como cuervos acechándonos desde sus moradas.
6 años de abusos sexuales, 4 años de persecución judicial, 20 minutos de diagnóstico pericial, números que cuentan una historia de horror.
Nosotras siempre estamos locas, también Susana, un dictamen que coloca una letra escarlata sobre nuestro pecho que vinculará nuestra vida profesional, social y familiar.
A ningún juez se le ocurriría otorgar la custodia de una criatura a una trastornada mental, ¿o quien le ofrecería un trabajo?. Con todo ello solo quieren cerrarnos oportunidades de vivir una vida digna.
Un maltratador al que con la admisión de su delito ve rebajada su pena, ¿y la pena de Susana y la de Nayara cuando terminará? No puede ser perpetua, en algún momento alguien dejará la llave de esas cadenas encima de una mesa y ahí estaremos nosotras para abrir el candado, y serán libres, y vivirán libres.
Porque cada vez que nos humillan en nuestros derechos el patriarcado celebra como una hoja cae del árbol de nuestra vida; pero su corta vista no les alcanza para ver que por debajo de la tierra que pisan, corre sabia nueva que alimenta el tronco y el árbol se fortalece.
Que oigan nuestras voces, que sientan nuestros pasos y que sepan que les seguimos de cerca, que nuestro poder está en la palabra y que la verdad será la sombra de sus conciencias.
¡¡Por Susana, Por Nayara!!»
Laura García Guardado.