Último artículo que escribí para el proyecto LibrodeNotas y que se publicó ayer, a las 10.00, en la edición especial de despedida y #FindeLdN tras 13 años de actualizaciones diarias en la red.
A lo largo del día se conoció la aprobación de la contrarreforma de la ley del aborto por el Consejo de Ministros, éra algo previsible, aunque no por ello menos doloroso; el artículo que escribí para esta última edición se anticipaba a este nuevo escenario de involución en los derechos de las mujeres.
¿Adiós a la soberanía de las mujeres?
Mientras escribo este artículo se confirma la decisión del gobierno del estado español de expoliar a las mujeres el derecho básico a decidir sobre su vida y a construir la soberanía sobre sus cuerpos.
La soberanía de las mujeres (o más bien la falta de ella) ha estado, y sigue estando, a merced del monopolio de poder masculino y del pacto sexual de control y dominio sobre el cuerpo de las mujeres; hemos sido vistas históricamente como meros instrumentos, ya fuese para el placer masculino, para la reproducción demográfica o para disponer de fuerza de trabajo barata. Pues bien, en pleno siglo XXI, asistimos atónitas a la renovación de ese pacto sexual.
La consideración simbólica de las mujeres como ‘úteros con patas’ y ‘contenedores de vida’ ha nutrido el imaginario obsesivo de las religiones monoteistas empeñadas en controlar la capacidad reproductiva como instrumento clave de sumisión. De ahí viene la negativa continua a reconocer la identidad política de las mujeres y, por lo tanto, su capacidad de decisión plena; y de ahí viene también también el absurdo de reclamar derechos a un embrión de vida mientras niegan los derechos básicos a quien tiene capacidad de gestarlo.
Cuando creíamos haber superado algunos de los episodios oscurantistas más aberrantes de la historia surge esta nueva ‘caza de brujas’ del ultracatolicismo orquestada por la misoginia profunda de los grupos ‘antiabortistas’ que nos hará retroceder 30 años de golpe.
Esta ofensiva patriarcal nos pilla algo cansadas, lo sé; y aún está por ver si – además del movimiento feminista – hay quien defienda la soberanía de las mujeres como proyecto político para una sociedad nueva.
Practicamente todos los grupos de acción política y social que dicen estar posicionados ideológicamente en el amplio abanico de las izquierdas defienden los derechos básicos de ciudadanía, sin embargo, ¿quiénes se sentirán llamadxs ante la alerta feminista por la contrarreforma de la ley del aborto? ¿Quiénes asumirán que no es posible construir otro modelo de sociedad manteniendo el pacto sexual de opresión de género? Es más … ¿Puede algún proyecto que se dice de emancipación social o política justificar su inacción ante el expolio de derechos que afecta a más de la mitad de la población?
Si entre quienes defienden un cambio de modelo de sociedad, desde las libertades y derechos fundamentales de las personas, aún hay alguien que crea que la defensa del derecho a decidir de las mujeres no es un objetivo específico de su ‘programa’, si no una reivindicación sectorial feminista, que se haga mirar este ramalazo antidemocrático y la misoginia visceral implícita en su posicionamiento político.
Esta involución social merece una respuesta feminista contundente; desde mi limitado margen de actuación tengo claro que no regalaré mi voto a quien se muestre indiferente ante la pérdida de soberanía de las mujeres.
Y tú, ¿qué vas a hacer, te limitarás a decir adiós?