La agenda de la economía feminista

El último  número de la Revista Alternativas Económicas recoge una parte interesante del análisis y debates del VI Congreso Estatal de Economía Feminista; la economía de los cuidados es el eje del dossier temático de la revista, con artículos de Mariana Vilnitzky y Ariadna Trillas, incluyendo también mi artículo sobre La agenda de la economía feminista; aquí tenéis un avance del mismo.

La agenda de la economía feminista

Más de 300 personas participaron en el VI Congreso Estatal de Economía Feminista en Valencia los pasados 5, 6 y 7 de septiembre, reafirmando la necesidad de que la economía feminista se articule como eje de las transiciones económicas a impulsar para el cambio de modelo de sociedad. A partir de la declaración final del congreso, agarra un nuevo impulso la articulación feminista de una agenda política y económica que sume consensos en torno a las prioridades, su alcance transformacional y el cambio de enfoque para hacerlo posible.

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Ilustración de Alternativas Económicas: La Agenda de la Economía Feminista

La economía feminista invita a repensarlo todo desde una crítica profunda a la economía ortodoxa convencional, responsable del fundamentalismo de mercado que nos atraviesa. Dicha revisión crítica se refiere tanto a los marcos teóricos y legislativos en los que se sustenta el estado de ciudadanía de mercado como a las políticas neoliberales cuya beligerancia y ausencia de empatía social pone en riesgo la propia sostenibilidad de la vida.

MARCOS CONCEPTUALES

¿Cómo subvertir la inmensa barbarie del capitalismo heteropatriarcal? Creo que solo a través de un proyecto ético para la transformación social, en diálogo abierto entre las economías heterodoxas será posible conformar piezas fundamentales en el que tengan cabida replanteamientos sobre qué producimos, en qué condiciones y a cambio de qué. Todo un reto, incluir la democracia económica y la despatriarcalización de la sociedad.

En un nivel propositivo se encuentra la necesaria reformulación de los marcos conceptuales; desde cuestiones básicas que incidan en la consideración de la riqueza como el valor social de las existencias naturales (ecosistemas, calidad del aire, bosques, subsuelo, ríos y océanos, etc.), los intangibles como el conocimiento y condiciones propiciatorias de la vida (educación, salud, alimentación, etc.) y las existencias físicas o tangibles, como las infraestructuras, viviendas, puertos, maquinaria, etc. A partir de esta resignificación convendría dirigir el foco de atención al impacto de los sistemas productivos sobre los derechos humanos, las condiciones de vida, el medio ambiente y la equivalencia humana. Todo apunta a la necesidad de construir un nuevo pensamiento y prácticas económicas, no contaminadas de la obsesión cortoplacista por el crecimiento económico y el PIB, menos dependientes de la monetización, más permeables a los valores humanos, sociales y medioambientales y que se enfoquen de manera decidida a la justicia redistributiva.

Se reclama una dimensión mutinivel de la transformación social (macro, meso y micro), poniendo en cuestión los marcos de la acumulación capitalista y su sistema de opresión múltiple heteropatriarcal, racista, capacitista, profundamente insostenible, así como el expolio que realiza sobre el trabajo invisible y no remunerado que siguen realizando las mujeres.

[Leer artículo completo en la Revista nº 73 de Alternativas Económicas]

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