Ética y feminismo en el desarrollo profesional

portada_Etica_desarrolloprofesional‘Ética y feminismo’ es el capítulo que he escrito para el libro colectivo ‘Etica y desarrollo profesional‘ que se presenta hoy, 18 de noviembre, en Valencia, coordinado por Guadalupe Bohorques. Este libro se concibe como manual de trabajo para la asignatura de ética en los Grados de Derecho, Empresa , Marketing y Enfermería de la Universidad Europea de Madrid.

El libro consta de un marco teórico entre el que se encuentra el capítulo ‘Ética y feminismo’ y una parte de ética aplicada al desarrollo profesional.

La autoría de este libro corresponde al trabajo realizado por el grupo de profesionales que integran: Guadalupe Bohorques Marchori, Feliciano González Muñoz, César Alejandro Castillo Flores y Carmen Castro García.

Os comparto esta breve reseña introductoria del capítulo sobre ‘Ética y Feminismo’

Ética y Feminismo

Una ética feminista es, obviamente, algo distinto de una ética para las mujeres. Mucho menos se nos ocurre el disparate de pensar que una ética feminista es aquella cuyos enunciados serían expresión de valores femenino. Si bien puede hablarse de valores femeninos en un sentido sociológico, carecería por completo de sentido hablar de valores femeninos en un sentido ético”

[Celia Amorós, Hacia una critica de la razon patriarcal]

¿Puede haber ética sin igualdad? ¿Puede concebirse un sentido ético de la vida manteniendo sistemas de opresión de unos seres sobre otros? ¿Puede legitimarse el pensamiento filosófico si está basado en la negación y exclusión de la condición de ‘personas’ a la mitad de la población? ¿Puede definirse como ‘ilusionante’ un relato o voluntad social que no contemple la equivalencia humana como principio ético?

La necesidad de dar respuesta a estos interrogantes -entre otros- es lo que justifica este capítulo. A través de las siguientes páginas se aportan elementos que darán sentido y coherencia al estudio de la ética, haciendo explícita la necesidad de incorporar la igualdad entre los valores y principios éticos; esto significa que todas y todos valemos igual como seres humanos, sin importar qué tenemos o qué hacemos.

Ese lugar para el analisis y reflexión requiere la aplicación de una perspectiva crítica con las normas sociales y los comportamientos, pensando en cuál es el sistema de ordenación social que provocan, qué efectos tiene sobre las condiciones de vida de las personas, sobre las libertades y sobre la felicidad como valores de motivación humana. Esta vision crítica es la que se ha aportado fundamentalmente desde el feminismo durante los dos últimos siglos, al denunciar y poner en evidencia la existencia de un pacto sexual que ha garantizado el monopolio masculino del poder y del conocimiento. El mopolio del poder masculino sobre el cuerpo de las mujeres y la negación de su condición de ser racional es a lo que se han aferrado históricamente algunos ‘padres del pensamiento filosófico’ para excluir a las mujeres de la consideración de ser sujetos políticos de pleno derecho. El ejemplo más significativo de esto es la negación a las mujeres de sus derechos sexuales y reproductivos como un mecanismo de control y sometimiento que presupone la incapacidad jurídica para decidir sobre sus vida. Este pacto sexual ha estado implícito en la ideología dominante y ha ido construyendo un imaginario simbólico impregnado por una parte, de la percepción de que la ‘cultura y deseos masculinos’ actúan como ‘norma social’ para la humanidad; y por otra parte, de la consideración de las mujeres como ‘objetos’ o ‘instrumentos’ para la obtención de un fin, ya sea éste la obtención del placer masculino, la recuperación demográfica o el abastecimiento de mano de obra barata.

El capítulo pone el foco de atención en la tardía construcción de los derechos humanos de las mujeres, y en cómo a partir de su existencia se podrían dar condiciones para completar el sistema de valores que definan otra ética sobre la que cimentar la justicia social; para la cuel será imprescindible hacer efectivo el derecho de las mujeres a vivir libres de violencia, y eso significa una confrontación con las mentalidades misóginas y las pautas de comportamiento aprendidas desde la violencia, la dominación y la perversa idea de que las mujeres son objetos susceptibles de ser poseídos en vez de sujetos con voz y conciencia propia.

El capitulo incluye la propuesta de una ‘etica feminista’ para otro mundo posible, que requiere de la interacción entre un nuevo mapa de valores éticos basados en la igualdad y equivalencia humana, lo que conllevará necesariamente una reorganización de las prioridades politicas y económicas, un repensarse los modos de vida y una responsabilidad social sobre el efecto que provocan los comportamientos humanos en las condiciones de vida de las personas. Si bien este planteamiento podría resultar utópico si aplicamos como criterios de funcionamiento los de la ‘lógica capitalista’ o ‘lógica patriarcal’, lo cierto es que plantean un cambio de paradigma como respuesta a la situación actual.

La clave del cambio de paradigma que propicia la ética feminista está basada en tres principios: equidad, sostenibilidad y empoderamiento, que integran, a su vez, el principio de igualdad en la diversidad, es decir, del respeto a la diversidad sexual y de género de todas las personas.

¿No sería esta una vía más coherente para hacer efectiva la dimensión universal de la ética?

La llamada ‘ética feminista‘ aporta principios y valores que contribuirán a la construcción de un futuro incluyente, en el que quepan todas las mujeres y todos los hombres del planeta, en armonía con la naturaleza, con justicia y equidad social.

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